La educación afectivo-sexual es una de las claves para que los niños y niñas crezcan de manera más segura en el mundo digital. Es importante que aprendan a conectar con lo que siente su cuerpo y con sus emociones, ya que les ayudará a reconocer cuándo algo no está bien y a protegerse. Además, enseñarles a establecer límites tanto emocionales como corporales, les ayudará a relacionarse de una manera segura y a respetar a los demás.
¿Quieres conocer a continuación algunas cuestiones fundamentales sobre la educación afectivo-sexual?
Introducimos los aspectos más relevantes de la entrevista que el equipo de e-tic realizó a Pilar Rueda sobre la educación afectivo-sexual en la familia.
Pilar Rueda es Doctora en Psicología, experta universitaria en Mindfulness y especialista en Psicodrama y Movimientos Sistémicos, miembro de la Asociación Conciencia y profesora de la Universidad de Málaga.
¿Cuál consideras que podría ser el enfoque para que las familias trabajen la educación afectivo-sexual?
«Hay que trabajar para que los niños y niñas sientan su casa como un entorno seguro, donde se pueda hablar de lo que les preocupa, lo que sienten y aprendan que sus emociones son importantes y valiosas.
No es hasta la infancia más tardía donde ya tienen una capacidad, más desarrollada para reflexionar sobre sí mismos, sus habilidades o cualidades. Hasta los siete u ocho años, su identidad va a depender en gran medida del reflejo que reciben de las personas de su entorno (madre, padre, abuelo, tío, entrenador…). Las etiquetas que recibimos en la infancia, dejan huella e incluso las vamos arrastrando hasta la adultez».
¿Qué estrategias recomiendas para que las familias aborden la sexualidad y los límites corporales con sus hijos/as de manera abierta y respetuosa?
«La primera estrategia, sería asumir que hay que hablar de esto. Confundimos la sexualidad con hablar de sexo y no lo es. De hecho, estamos protegiendo a los niños y niñas para que no puedan acceder al porno. Pero, sí hay que hablarles de sexualidad, de sus partes íntimas, de sus genitales, de cómo papá y mamá se dan un beso en la boca porque son adultos y es una forma de expresar amor.
La sexualidad forma parte del propio desarrollo de los niños y niñas y sienten curiosidad por sus genitales. Es importante explicarles cuáles son sus partes íntimas, sus genitales y que nadie puede tocarlos. El tema del consentimiento es delicado, no se trata de que den su consentimiento, se trata de que sepan que esas partes no se tocan, porque, ¿qué capacidad de consentimiento tiene una niño o niña de 6, 7 u 8 años? Todas estas cuestiones hay que hablarlas sin miedo, sin alarmismo y con naturalidad».
¿Cómo pueden las familias fomentar la confianza y la comunicación con sus hijos/as para que ellos/as se sientan cómodos compartiendo experiencias incómodas o preocupantes?
“Tenemos que perder la costumbre de hacer que el niño cambie su foco de atención cuando está llorando o enfadado. Lo hacemos porque no queremos que lo pase mal, pero tenemos que aprender a tolerar la emocionalidad desagradable en los niños y niñas y no eliminarla. Vamos a dejar que esa niña o niño exprese lo que le está haciendo sentir mal. Por ejemplo, si una persona adulta hace algo a un/a niño/a que le hace sentir miedo o vergüenza, si él o ella sabe que su emoción es importante y válida, le va a ser mucho más fácil contárselo a un adulto que si tienen experiencias de “no llores, no es para tanto”.
También es importante asegurarnos de que tengan varias personas de seguridad, adultos de referencia, a las cuales poder recurrir. Por estudios, sabemos que la mayoría de niños y niñas que han sufrido abuso no lo cuentan a un adulto. También sabemos que hay situaciones donde se lo han contado a un adulto y este no ha podido responder, bien porque no se lo ha tomado en serio o se ha sentido abrumado o con miedo. Es necesario que tengan varias personas para que si se lo ha contado a papá y, no ha reaccionado, se lo pueda contar a la tía o al profe.”
¿Cómo pueden las familias enseñar a sus hijos/as a establecer y hacer respetar límites personales, tanto en las relaciones cara a cara como en línea?
«Con el juego, el juego es una actividad que lleva implícita la diversión. Si no nos divierte o no nos hace sentir bien, no es un juego. Esto es algo que los niños tienen que tener muy claro. Los juegos nos tienen que hacer sentir bien y no implican las partes íntimas.
Otro aspecto importante son los secretos. No se tienen secretos con mamá y papá. Es importante que aprendan la diferencia entre un secreto que nos hace felices, que nos hace ilusión (el regalito para la hermana que está escondido en el armario), y un secreto que nos hace sentir mal como, por ejemplo, que hay un determinado adulto que me hace jugar a cosas que a mí no me gustan».
¿Cuáles consideras que serían las actividades principales que se pueden trabajar en relación al consentimiento, a la puesta de límites con los niños/as en estas edades?
«Tenemos que evitar esa costumbre que, a veces, tenemos de acercarnos a una niña y cogerla en brazos, hacerle el helicóptero o darle besos. Lo hacemos desde el amor y cariño, pero el mensaje implícito que le estamos transmitiendo es «puedo hacer contigo lo que quiera», porque a lo mejor, no le apetece que le cojas en brazos o le des besos.
Es importante que entendamos esos límites con el cuerpo. Tenemos que trabajar que su cuerpo les pertenece y, mucho más aún, las partes íntimas. Yo jugando contigo, te puedo dar la mano, te puedo dar un tirón, pero nunca voy a meterte la mano en las braguitas o pedirte que tú me toques a mí.
Desde mi punto de vista, lo más importante es la gestión y expresión de las emociones. Tenemos que trabajar con los niños y niñas la identificación de las emociones y cómo expresarlas: con dibujos, con cómo las expresamos con el cuerpo, cómo me doy cuenta de cómo se siente el otro, qué cosas me hacen sentir bien o qué cosas no me gustan».