Compartir fotos en redes sociales se ha convertido en una práctica diaria para muchas personas, que disfrutan de publicar sus momentos más especiales y recibir ‘likes’ o comentarios de sus seguidores. Damos por hecho que quien publica una foto cuenta con el consentimiento de todas las personas que aparecen en ella, pero, ¿y los menores?
¿Qué es el Sharenting?
Este concepto proviene de la unión de los términos en inglés ‘share’ (compartir) y ‘parenting’ (paternidad) y consiste en “el acto de sobreexponer a los y las menores de edad en las redes sociales, publicando y compartiendo sus fotos, su crecimiento, sus actividades, etc.”, explica la fundación Ayuda a Niños/as y Adolescentes en Riesgo (ANAR). Por lo tanto, no solo incluye subir una foto o un vídeo a redes sociales, sino también publicar una entrada de blog sobre el o la menor o compartir contenido en el que aparezca a través de apps de mensajería instantánea como WhatsApp.
¿Cómo ha surgido este fenómeno?
El sharenting ha surgido por la facilidad y frecuencia con la que hoy en día hacemos fotos y vídeos, especialmente de hijos/as o nietos/as, y los compartimos en redes sociales. Esta práctica está muy extendida: en España, el 89% de las familias comparte contenido sobre sus hijos/as al menos una vez al mes, según una encuesta de la Universidad del País Vasco.
Las cifras reflejan la magnitud del fenómeno. Según un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya:
- El 23% de los menores aparecen en redes antes de nacer.
- El 81% de los bebés tienen presencia en Internet antes de cumplir seis meses.
- El 35% de los bebés tienen un usuario de Instagram antes de los seis meses.
Además, la Agencia Española de Protección de Datos indica que, antes de cumplir 13 años, se han publicado en promedio 13.000 fotos y/o vídeos de un o una menor. Esto significa que su identidad digital comienza a formarse mucho antes de que ellos mismos/as gestionen sus propias redes.

Este fenómeno plantea riesgos, no solo por la cantidad de contenido compartido, sino también por su naturaleza. Muchos menores aparecen en situaciones vulnerables o incluso humillantes. De hecho, el 56% de las familias han publicado imágenes que, en el futuro, podrían resultar vergonzosas para sus hijos/as (Universitat Oberta de Catalunya).
Peligros del sharenting
Los riesgos a los que se enfrentan los y las menores a causa del ‘sharenting’ son numerosos, entre ellos la geolocalización, el grooming, la pedofilia, etc. La fundación ANAR destaca los siguientes.
Riesgo a la privacidad
Compartir una foto de un o una menor puede parecer algo inocente, que solo busca llegar a familiares o amigos cercanos, pero en cuanto se comparte con alguien, se pierde el control sobre el contenido. Es posible que nuestro destinatario quiera a su vez “presumir” de su hijo, sobrino o nieta y envíe la foto a otra persona de su círculo cercano. Empieza, de esta forma, una cadena en la que se difunde la imagen de un menor sin garantías de dónde puede terminar, por ejemplo en manos de un desconocido.
Debemos tener en cuenta los siguientes aspectos para la privacidad de los y las menores:
- Las fotos y vídeos pueden ser descargados y reutilizados sin permiso.
- Existe el riesgo de que terminen en redes de explotación infantil o en contextos inapropiados o incluso que se utilicen y manipulen con fines malintencionados.
- Publicaciones con información sobre rutinas, lugares frecuentes o la escuela del menor pueden facilitar que desconocidos lo localicen.
Ciberacoso y Bullying
Como consecuencia de esa pérdida de privacidad, los y las menores quedan expuestos a diversos peligros, entre los que destacan el ciberacoso y el bullying. La publicación de imágenes vergonzosas pueden ser motivo de burlas o ciberacoso cuando el o la menor crezca y pueden afectar su reputación en el futuro.
Una vez que el contenido está en internet, eliminarlo es muy difícil, ya que se puede replicar en múltiples plataformas. Por ello, es importante reflexionar antes de publicar nada que les pueda afectar en un futuro.
Robo de identidad
Otra posible fuente de ciberacoso es la suplantación de identidad en la Red. Puede sonar muy complejo, pero basta con que alguien cree un perfil con la foto y el nombre de la persona en cuestión y comience a publicar contenidos o interactuar con otros usuarios.
Cuando las familias comparten información sobre sus hijos e hijas en redes sociales están generando una huella digital que puede ser aprovechada para la creación de perfiles falsos, robo de identidad para fraudes financieros, engaños a terceros mediante catfishing e incluso la manipulación de imágenes con fines malintencionados. La exposición temprana de información en redes facilita que ciberdelincuentes accedan a estos datos, aumentando los riesgos de acoso, estafas o usos indebidos de la identidad digital del o de la menor.

¿Cómo prevenir el Sharenting y sus riesgos?
La Ley de Protección de datos de carácter personal establece que debe prevalecer el bienestar del menor y que este puede decidir sobre su propia imagen a partir de los 14 años. Además, puntualiza que siempre se debe contar con el permiso de sus responsables legales.
Consejos y buenas prácticas
A pesar de todos los riesgos que puede suponer el hecho de compartir fotos o vídeos de menores en Internet, no se trata de una práctica dañina por sí sola. Por ello, si decides continuar compartiendo contenido de este tipo conviene que sigas los consejos de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) y la fundación ANAR:

Para proteger la privacidad y seguridad de los y las menores en el entorno digital, es fundamental que seamos conscientes del impacto del sharenting y adoptemos medidas preventivas. Controlar la cantidad y el tipo de contenido que se comparte, ajustar la configuración de privacidad y evitar divulgar información sensible son pasos clave para reducir los riesgos. En un mundo donde la huella digital se forma desde los primeros meses de vida, garantizar que los niños y niñas crezcan con el control de su propia identidad en línea es una responsabilidad de todos y todas.