Ser madre o padre de un niño, niña o adolescente actual supone enfrentarse a desafíos nunca antes planteados. O al menos no del mismo modo. Uno de esos nuevos retos es, sin duda, el fácil acceso a la pornografía por parte de los menores.
Estudios recientes realizados por expertos muestran un escenario problemático, alarmante y preocupante. Estos son algunos datos extraídos de esas investigaciones: el consumo de pornografía se inicia a edades cada vez más tempranas, concretamente a los 8 años. El 50% de los niños de 11 a 13 años ha visto porno en internet, mientras el 75% de las familias cree que sus hijos e hijas no lo han consumido nunca. El 89% de los videos pornográficos actuales muestran agresiones físicas o verbales. El 76% de los adolescentes consume sobre todo pornografía hardcore. 7 de cada 10 adolescentes ve porno con frecuencia; de estos, el 94% lo hace desde el móvil. Uno de los términos más buscados en los portales de pornografía es “cómo hacer”.
La influencia de Internet en la exposición a la pornografía
No es que la pornografía sea una novedad ni que se haya inventado ahora, pero el acceso a Internet ha cambiado de forma radical el modo en el que los y las adolescentes acceden a contenidos sexuales explícitos. La pornografía en la era de internet es accesible, asequible y anónima y eso facilita enormemente que nuestros hijos e hijas se inicien en su consumo a edades tempranas.
Hasta la llegada de internet, para consumir porno había que pasar por dar la cara e ir a una sala de cine X, a por una película al videoclub o al kiosco a por una revista; o, si podías permitírtelo, verlo en canales de pago y de madrugada. Una serie de opciones que complicaban bastante su acceso a menores. Ahora, basta con una rápida búsqueda en Google desde cualquier dispositivo para que se extienda una infinita lista de portales de contenido pornográfico que, de hecho, acumulan millones de visitas diarias. Da igual la edad porque los sistemas de verificación que se emplean en estas páginas no son eficaces y, en la mayoría de casos, basta con darle al botón “Aceptar”. Algo con lo que se está luchando desde el gobierno, con un sistema de verificación de edad.
Actualmente, los y las menores de 16 años, con el consentimiento de sus padres, pueden acceder a la creación de una cuenta en Twitter, Facebook, Instagram, WhatsAPP o TikTok. Plataformas como Instagram y TikTok usan campañas de captación de chicas para introducirlas en la pornografía o a través de OnlyFans.
De este modo, el Anteproyecto de Ley Orgánica aprobada recientemente por el Gobierno busca garantizar el derecho de los menores en el entorno digital, en el uso y protección de sus datos; y el acceso a contenidos adecuados para su edad. Hace hincapié a que los poderes públicos creen en una Estrategia Nacional en la que se impulsen campañas de sensibilización sobre el consumo de la pornografía e indague en los efectos tecnológicos en el desarrollo de niños, niñas y adolescentes.
En resumen, el fácil acceso a internet y la disponibilidad del teléfono móvil a edades tempranas ha revolucionado la manera en la que los adolescentes aprenden sobre sexualidad, haciendo que el consumo de pornografía online se convierta en una práctica habitual.
Características de los niños, niñas y adolescentes que consumen pornografía
En España, la media de edad del primer contacto con la pornografía se ha adelantado de los 12 a los 8 años, según varias investigaciones que también detallan que el consumo se hace frecuente y estable a los 13 años en el caso de los adolescentes y a los 15 años en el caso de las adolescentes.
El informe ‘(Des)información sexual: pornografía y adolescencia’, elaborado por Save the Children, revela que casi 7 de cada 10 adolescentes (el 68,2%) consumen contenidos sexuales de forma frecuente (lo han hecho en los últimos 30 días). Este consumo se produce en la intimidad (93,9%), a través del teléfono móvil, y se centra en contenidos gratuitos online (98,5%), basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad.
El mismo informe constata importantes diferencias entre géneros. Así, mientras el 87,5% de los chicos afirma haber visto pornografía alguna vez en su vida; este porcentaje desciende al 38,9% en el caso de las chicas. Ellos la ven casi a diario y ellas una vez a la semana o al mes.
Efectos inmediatos del consumo de pornografía en la adolescencia
Tal y como señala la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia, “los adolescentes se encuentran en un período evolutivo crítico para el desarrollo de una sexualidad sana, por los diversos cambios biológicos, afectivos, psicológicos y sociales propios de esta etapa, parece que son más susceptibles ante la exposición a este tipo de contenidos”. Esta entidad apunta también que “diversas investigaciones han asociado el uso de pornografía en adolescentes con posibles consecuencias perjudiciales como favorecer estereotipos de género, disminuir la satisfacción sexual o fomentar actitudes agresivas en el ámbito sexual”. Coincide con esta reflexión Alexandra Crettaz, psicóloga sanitaria y sexóloga clínica, quien alude también a estudios científicos que avalan que “la nueva pornografía enseña y autoriza la violencia sexual hacia las mujeres y estimula la cultura de la violación, también en grupo”. La Fiscalía General del Estado lanzó en 2023 el siguiente alarmante dato: “Las agresiones sexuales cometidas por menores aumentan en un 116% en los últimos cinco años. Una de las causas señaladas es el acceso precoz a la pornografía”.
Crettaz pone el foco en que el acceso temprano a contenido pornográfico no permite contrastar con la propia experiencia. “Les anula la oportunidad de aprender por sí mismos, de conocer su cuerpo, de saber cómo funciona su respuesta sexual ante estímulos fantaseados o reales. Aún no han tenido la posibilidad de vivir ningún tipo de experiencia afectivo erótica, como para saber si lo que les inculca el porno es lo que ellos y ellas quieren hacer, sentir y pensar. Su despertar sexual se construye a través del porno, distorsionando su vivencia sexual y su aprendizaje saludable”, detalla.
Por otra parte, apunta que en el porno, las conductas de riesgo están normalizadas. En la mayoría de las filmaciones, no hay protección de ningún tipo y las consecuencias de ello no se ven (enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, disfunciones sexuales, dolor y lesiones varias). “Además, lo íntimo y lo privado se hace público y, en consecuencia, muchos jóvenes cuidan muy poco su privacidad, con los riesgos que esto implica”, concluye.
Consecuencias a largo plazo en la salud y el comportamiento
Además de todos estos efectos negativos del consumo de pornografía en la adolescencia, hay una consecuencia aún más grande y sibilina: el riesgo de adicción a la visualización de pornografía violenta. Lo explica así Crettaz: “El producto de consumo ha evolucionado a lo largo de las décadas, y la nueva pornografía, aquella que apareció con la revolución tecnológica, poco tiene que ver con la que se vendía antes. Hoy en día se trata de una exhibición sin escrúpulos, ética ni moral, de algo que parece sexo pero que no lo es, con violencias y torturas varias. Y resulta que esto, al cerebro, le engancha. Lo habitual es que muchas personas acaben haciendo un consumo problemático de pornografía; ven demasiadas horas y acaban necesitando ver cada vez más porno violento para experimentar excitación sexual. Asimismo, genera un comportamiento compulsivo, donde el eje central es la dificultad para dejar de hacerlo, aun queriéndolo e intentándolo. Mucha gente joven, de edades tempranas, reconocen estar ya enganchados”.
Factores importantes a considerar
1. Motivaciones detrás del consumo de pornografía
¿Por qué mi hijo/a ve porno? Se preguntarán algunos padres y madres. “Porque se lo encuentran, porque buscan respuestas y porque engancha”, responde la psicóloga y sexóloga clínica Alexandra Crettaz.
Diversos estudios apuntan a que el primer acceso a la pornografía se produce de forma accidental en el 70% de los casos: banners y ventanas emergentes en páginas web o videojuegos; perfiles en redes sociales; enlaces, fotos y videos compartidos en grupos de Whatsapp…
“También ven porno porque necesitan saber. Buscan respuestas sobre lo que somos, seres sexuados, y lo que encuentran es pornoviolencia, única fuente disponible y accesible a su disposición 24/7 para responder a sus dudas y curiosidades. A falta de una educación afectivo sexual y relacional de calidad y presente en su educación en casa y en su centro escolar desde la infancia, Internet se ha convertido en su referente”, comenta Crettaz.
2. Estrategias para evitar el consumo
Ya conoces los riesgos del consumo de pornografía en la adolescencia. ¿Qué te parece si exploramos qué puedes hacer como madre o padre para evitarlo? “Para tratar el tema de la pornografía en casa, es importante empezar desde el primer día, no hay que esperar a la adolescencia, hay que hablarles desde que nacen. Sexualidad es mucho más que sexo, y podemos leer e informarnos sobre cómo empezar a educar en sexualidad en la infancia. Pero si no lo hemos hecho, más vale tarde que nunca. No podemos cerrar los ojos, lo queramos o no, y lo quieran ellos/as o no, el porno va a estar en su pantalla en algún momento, y no les podemos dejar solos y solas ante esto.
Busquemos fuentes fiables de profesionales cualificados en el tema para ayudarnos, y abramos un espacio con los hijos y las hijas para hablarlo. Podemos hablar con ellos de lo que sí es sexo positivo y qué señales nos pueden hacer sospechar que no lo es. Hay que hablarles del bienestar, de la sexualidad como placer y disfrute, de buscar los límites entre yo y el otro. Sabemos más cosas de las que nos pensamos, se trata de vencer la vergüenza y establecer espacios de diálogo y reflexión. Es nuestra responsabilidad capacitarles para crecer y vivirse bien en su sexualidad”, recomienda Alejandra Crettaz y añade algo importante: “Antes de darles un móvil, hay que asegurarse de haber hecho una buena labor de educación sexual y de seguridad digital, de haberles hablado del porno y de otros riesgos de violencias sexuales en la red”.
3. Señales para identificar el uso de pornografía
La guía ‘Adolescentes y uso de pornografía’, creada por Giulia Testa, Alejandro Villena, Gemma Mestre y Carlos Chiclana, aporta algunas señales de alerta para identificar el uso problemático de pornografía:
- Tendencia a aislarse y a permanecer hasta altas horas de la noche en internet.
- Ocultar o intentar mantener en secreto el uso de pornografía.
- Incapacidad para dejar de ver pornografía, a pesar de haberlo intentado.
- Negación y enfado cuando familiares y/o los adultos les piden que dejen de ver pornografía.
- Continuar viendo pornografía a pesar de las consecuencias perjudiciales de seguir viéndola.
- Depresión, irritabilidad e ira.
- Dificultades para identificar y regular las emociones.
- Cambio en la actitud, el vocabulario y en el trato con sus iguales (por ejemplo un trato machista).
- Sobreprotección de su tecnología (teléfono móvil, tablet, ordenador, etc.).
Recursos y apoyo
Si quieres profundizar en el tema, puedes consultar los siguientes recursos:
- Generación XXX (dale una vuelta)
- Adolescentes y uso de pornografía (guía para familias)
- Tenemos que hablar del porno (Guía para familias sobre el consumo de pornografía en la adolescencia)
- Cuéntame más y déjame que te cuente. Carlos Chiclana Actis y Alejandro Villena (libro)
- La trampa del sexo digital. Jorge Gutiérrez Berlínches (libro)
- Eso no es sexo. Marina Marroquí (libro)
- Imágenes buenas, imágenes malas. Protegiendo a los más pequeños de la pornografía. K. Jenson y G. Poyner (libro)
- La educación sexual de los hijos. Pedro Pérez Cárdenas (libro)
- La educación afectiva y sexual de tu hija preadolescente. Inès Pélissié du Rausas (libro)
- ¿Por qué no?. Alejandro Villena (libro)
- Respeta mi sexualidad. Anna Plans (libro)
- De los reyes magos al porno. Beatriz Izquierdo (libro)
- Ser padres en la era digital. María Zabala (libro)
- ¿Cómo se lo explico? Manuela Mateo-Morales y Betina Represas (libro)