El uso cotidiano de la tecnología aporta grandes ventajas en ámbitos tan dispares como los estudios o trabajo y el tiempo libre. Facilita tareas, aporta nuevas formas de entretenimiento, permite el contacto directo con cualquier persona. Sin embargo, este abanico tan grande de posibilidades también conlleva una serie de riesgos o posibles malos usos que pueden empañar nuestras experiencias online.
Significado y definición de Sexting
Derivado de las palabras en inglés ‘sex’ (sexo) y ‘texting’ (enviar mensajes), el sexting es una práctica que puede derivar en uno de esos peligros. El sexting consiste, según el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), en el envío de imágenes o vídeos a través de Internet con cierta connotación sexual (desnudos parciales o completos) y no supone por sí mismo un problema de seguridad. El riesgo recae en el posible uso dañino que otras personas puedan hacer de esos contenidos.
El INCIBE recoge las tres características que definen al sexting y lo diferencian de otras prácticas:
- Voluntariedad: las imágenes y vídeos son creados y enviados conscientemente por sus protagonistas.
- Carácter sexual: los contenidos tienen connotación sexual, que abarca desde desnudez o semi-desnudez hasta la muestra o descripción de actividades sexuales.
- Uso de dispositivos tecnológicos: lo habitual es que se utilice el móvil, pero también pueden producirse los contenidos con la webcam de una tablet u ordenador. Si estos se graban durante una videollamada o una sesión de chat, pasa a denominarse sexcasting.
¿Cómo se practica el Sexting?
El sexting es una práctica relativamente habitual entre los adolescentes, desde el 3% a los 12 años hasta más del 35% a los 17, según indica la revista del Instituto de la Juventud (INJUVE). Para muchos se ha convertido en una forma de mantener relaciones interpersonales y de explorar su identidad sexual.
Algunos lo practican dentro de una relación de pareja en la que el envío de contenidos es recíproco o como forma de aumentar la propia autoestima, al sentir que otras personas se interesan por sus fotos íntimas. Sin embargo, también hay quien lo practica por presión social, ante la demanda de otros adolescentes o porque se sienten en deuda tras recibir contenidos de connotación sexual de otras personas.
Sexting, riesgos y consejos
1. Riesgos
El INCIBE resalta que los riesgos del sexting “comienzan con la divulgación de estas imágenes o vídeos entre personas que no eran los destinatarios”. A pesar de la voluntariedad en la creación de estos contenidos, son contenidos íntimos, por lo que su difusión conlleva una pérdida de privacidad y un daño en la reputación de la víctima. El deterioro de su imagen pública produce sentimientos de humillación y traición, lo que puede desembocar en problemas psicológicos como ansiedad o depresión y falta de confianza en futuras relaciones.
Además, existen consecuencias más complejas que afectan sobre todo a los menores:
- Ciberbullying: la difusión de contenidos íntimos puede acarrear conductas de acoso al protagonista.
- Extorsión y chantaje: la víctima puede ser blanco de chantajes en los que se le solicitan recompensas a cambio de no difundir sus contenidos.
- Grooming y acoso sexual: en los casos de acercamiento de adultos a menores con fines sexuales, es habitual que exijan más contenidos e incluso contacto sexual directo.
- Riesgos físicos: estos contenidos pueden ayudar a los agresores a conocer la localización de sus víctimas a través de geolocalización o elementos que identifiquen su domicilio o lugar de estudios.
2. Consejos
INCIBE recomienda valorar los riesgos que puede llegar a suponer antes de ponerse a ello. Por un lado, recuerda que puede implicar desprotección, porque una vez compartidos los contenidos son difíciles de recuperar, ya que la otra persona puede haberlos guardado para difundirlos posteriormente. Si se produce la difusión, ya no controlarás quién ve tus imágenes o vídeos.
Si, por el contrario, eres receptor de estos contenidos, no los almacenes ni difundas. INCIBE recalca que se trata de un delito, especialmente grave si el protagonista es menor de edad.
En caso de que ya te encuentres en una situación complicada en la que tu imagen íntima se está difundiendo, alguien te amenaza con hacerla pública, te chantajean para que envíes más contenidos, puedes llamar de forma gratuita y confidencial al 017, la Línea de Ayuda en Ciberseguridad de INCIBE.
Si, por último, eres adulto y descubres un caso de conflicto en el que está implicado un menor, puedes apoyarte en los cinco consejos que recoge la página web del INCIBE:
- Responder con calma: es clave que la víctima percibe que estás ayudándole a buscar una solución, por lo que no debes reaccionar de forma exagerada o negativa.
- Contactar con los difusores: resulta conveniente contactar con las personas que han recibido y están difundiendo los contenidos para pedirles que los eliminen, además de con el centro educativo, que puede colaborar con asesoramiento y concienciación.
- Reportar al proveedor de servicios: para limitar la difusión en la medida de lo posible se puede contactar con el proveedor de servicios (Instagram, Facebook, Twitter…) para alertarles sobre el caso y que eliminen la publicación.
- Denunciar: otro paso relevante en casos con víctimas menores de edad es denunciar los hechos ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, para lo cual será necesario hacer capturas de pantalla y guardar todas las pruebas.
- Buscar apoyo psicológico: tanto el centro de salud como el centro educativo ofrecen servicios de apoyo psicológico y emocional que pueden servir de gran ayuda para afrontar las consecuencias de una situación de conflicto grave.